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No olvides sonreír

De Referencia
Lo primero por aclarar es que Joker (2019) no es la típica película de historietas a las que nos tiene acostumbrado el cine del último tiempo. Sin ir más lejos, es el primer villano de DC (Detective Comics) en tener su propia adaptación a la pantalla grande, al menos como protagonista, y uno de los primeros a nivel general, después de Venom (2018), que, a diferencia de la primera, sigue la fórmula neoclásica de películas basadas en cómics.

Joker (2019) se aleja bastante de los elementos fantásticos que suelen tener las películas de superhéroes. Nos cuenta una historia que podría ocurrir perfectamente en cualquier rincón del mundo alejado de la mano de Dios.

Arthur Fleck es un hombre que sufre de Epilepsia Gelástica, enfermedad que se manifiesta como risas incontrolables para quien la padece. Trabaja como un payaso de poca monta y se esfuerza por realizar su sueño de ser comediante, a la vez que debe luchar con sus demonios internos y externos para sobrellevar una vida llena de tragedias.

La película trata el concepto de la felicidad, de manera sublime, a través de la vida de Arthur, reflejada y a la vez contrastada por la sociedad misma, divida entre ricos y pobres, dominados y dominantes, personas y “payasos”.

Tiene un aura más bien triste, que hace reflexionar respecto de temas que, a día de hoy, están en la palestra, principalmente la inclusión, y cómo como sociedad hacemos vista gorda de las personas que por algún motivo se han marginado de esta.

Si bien la película no es un fan service, es decir, no es una película hecha exclusivamente para seguidores del personaje, tiene un montón de referencias que los más cercanos al cómic apreciaran inmensamente. Por ejemplo, hay una persona que padece enanismo llamada Gary, que recuerda mucho al excompañero del payaso, Gaggy. También hay referencias externas, como el hecho de que un joven Bruce Wayne baja de un juego metálico, ubicado en su mansión, en un tubo de bombero, tal como lo hacían Adam West y Burt Ward en la serie Batman y Robin (1966).

Una referencia notable es también que el bar donde se presenta Fleck se llama “Pogo’s”, recordando así al asesino serial que aterrorizó a la ciudad de Chicago en los 70´s, John Wayne Gacy “Pogo”, quién cometía sus crímenes vestido de payaso. También sirvió de inspiración para la novela “It” de Stephen King.

Otro punto fuerte del filme es la banda sonora. La elección es perfecta para cada escena, mezclando música orquestal, que está en manos de Hildur Guðnadóttir, quién también estuvo a cargo de musicalizar la aclamada serie Chernobyl (2019), con rock clásico y psicodélico, pasando por todos los puntos del espectro, necesarios para construir cada parte de la película.

La ciudad es un personaje más. La locura del protagonista no se puede explicar sin el contexto social que se vive en Gotham, que proyecta magistralmente un arte envolvente y atrapante. Por ejemplo, el transporte público está lleno de rayados, los basureros están llenos hasta el tope, sumado al hecho de que hay un problema directamente relacionado con el exceso de basura y la presencia de ratas en la ciudad.

Se han dicho muchas cosas respecto de Joker (2019), por ejemplo, que glorifica el crimen, o que empatiza con los delincuentes, etc. Lo que sí es seguro es que hace ponerse al público en un lugar muchas veces incómodo y obliga a empatizar o por lo menos a “escuchar la versión” de ese lado de la vereda, la vereda de los marginados.

Todos los elementos mencionados dan vida a un filme que no dejará a nadie indiferente, para bien o para mal.